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Tu cromosoma extra, mi bendición.

  • Foto del escritor: Madeleine Castro Moros
    Madeleine Castro Moros
  • 6 ene 2018
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 14 oct 2021

Puede resultar extraño el título pero de una forma quizás egoista veo el síndrome de Down de mí hijo menor como una BENDICIÓN.

Ya pasaron 5 años desde que naciste y a pesar de que te amé desde tu concepción fue un proceso largo y doloroso de asimilar su condición. Sobretodo tratándose de que era mi 3era depresión post parto y me dieron una medicación contra producente que empeoró todo eal inicio. 

Hoy en día sé que no podía haber estado más equivocada cuando dije que «Yo NO podía con la responsabilidad y con esa realidad», con tanto sufrimiento acumulado, mis nervios ya estaban al borde y sí finalmente la suma se factores me llevó a una crisis nerviosa 3 años después.

Quise morir, dejé de sentir deseos de despertarme, de comer, de respirar sólo quería dejar de sentir tanto dolor y rencor que acumule dentro de mi desde hacía 24 años y con un tratamiento erróneo, jamás me iba a curar de esa depre que parecía eterna.

El trastorno de estrés postraumático detonó hace dos años cuando la razón de mis pesadillas se materializó en mi presente. O sea la causa de mi estrés crónico estaba acosándome de nuevo en la vida real, mi pesadilla se volvió realidad, el loco había regresado, y tuve que atravesar por ese infierno de nuevo. RECORDÉ TODO lo que estaba según yo, olvidado.

Todo eso ocurrió ademas, en medio de otras situaciones súper estresantes como negocios de millones, demandas de millones y enemigos típicos de mi profesión de abogada, en un cargo de fiscal. 

No sólo el síndrome de Dowm llegó a mi puerta... en lo últimos 24 años mi vida había sido un verdadero tornado de situaciones conflictivas, de vida o muerte inclusive.

EN RETROSPECTIVA me siento muy bien de haber sobrevivido a todo aquello estoicamente. Aunque el precio que pagué fue con mi salud mental. 

Decidimos buscar otra opinión médica especializada pues ya era casi imposible para mi dormir, primero por los cuidos de Dani y mucho peor fue luego por el TEPT.

 Uno de los doctores me explicó que así como la insulina se agotaba por exceso de producción. Después de tanto dolor los químicos que producimos para aliviar el dolor, conciliar el sueño y los que te permiten sentir placer también se agotan, y es cuando tienes que tomar anti depresivos, pastillas para dormir etc.

Cuando digo que mi hijo es una BENDICIÓN es porque sólo con el hecho de que me sonría, o me bese, todos los dias, siempre me hace tan feliz. Entonces lo entendí. Daniel es mi dopamina natural. 

Mi hija Kedna y mi esposo Ricardo también lo son. Kedna por salvarme la vida con su llegada dándome una razón para seguir viviendo hace 13 años...

Sobre Ricardo podría escribir otra entrada pero gracias a ellos 3, logro sobrevivir las secuelas del TEPT. 

Con el apoyo familiar y una buen diagnóstico, junto al EMDR y el tratamiento químico correcto se pueden superar todos esos traumas y se puede sonreír de nuevo. Sólo tienes que ver el lado brillante de la vida. 

Dios nunca se equivoca.  


 
 
 

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