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Sonrisas ilimitadas.

  • Foto del escritor: Madeleine Castro Moros
    Madeleine Castro Moros
  • 14 oct 2021
  • 1 Min. de lectura

Casi todas las mañanas cuando lo sacamos de su cuna Daniel nos recibe con una sonrisa, lo que inmediatamente nos alegra el día.

Esto no quiere decir que nunca se enoje Daniel es como cualquier bebé, llora, se queja, se enoja. ¡Y vaya que lo hace! Sobre todo cuando tiene hambre.

El 90% del tiempo Daniel es la persona más sonriente que jamás haya conocido y además tiene la habilidad de transmitir ese efecto en los demás, quienes automáticamente sonríen al verlo. Inclusive durante el funeral de su bisabuelito él cambió lágrimas por sonrisas entre los presentes.

Cuando nació lo llamé mi "niño sol", "bebé sol" porque el realmente irradia una luz especial que hace que todo el mundo desee cargarlo o tocarlo, no exagero la gente hace turnos para alzarlo.

Es un niño tan noble y bien portado que aún estando enfermito del estomago, lloraba y sonreía, se quejaba y volvía a sonreír, la foto que les comparto no me deja mentir.

Ignoro si esa luz tiene que ver con el cromosoma extra, o si es una cuestión de personalidad, solo les puedo jurar que Daniel trajo a nuestras vidas y las de quienes nos rodean, una cantidad ilimitada de sonrisas.

 
 
 

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